Cuando no podemos usar modelos matemáticos, es decir, técnicas de predicción, nos vemos obligados a sustituir al ordenador por el mejor procesador del que disponemos: el cerebro humano. También precisamos sustituir los mejores y más precisos algoritmos por la lógica más elevada capaz de tratar miles de millones de evidencias y experiencias: las inteligencias humanas.
Esto ocurre cuando el problema en cuestión versa sobre una apreciación de un futuro próximo o cercano donde se entrecruzan gran cantidad de variables de entidad a veces poco definida o de magnitudes diferentes.
Pero nada mejor que utilizar más de un cerebro humano para resolver problemas en los que el número de variables y sus relaciones exceden del cálculo algorítmico. Me refiero a los grupos de expertos.